Cuesta imaginar cómo los colonizadores alemanes de Namibia pudieron hacer frente al ilimitado espacio, los vastos desiertos y la cuota anual de trescientos días de sol; de hecho, estas características constituyen el principal atractivo de uno de los destinos más fascinantes de África. ituado entre el desértico Kalahari y el frío Atlántico Sur, los encantos de esta nación son bien conocidos en la vecina Suráfrica; no así por los ciudadanos occidentales, cuyo descubrimiento de sus desiertos, paisajes marinos, bosques y su inmenso espacio se ha demorado hasta fechas más recientes. Dotado de ricos recursos naturales, una sólida infraestructura moderna y una variada amalgama de culturas tradicionales, Namibia se destaca como un hermoso país con un gran potencial.
La estrella de Namibia es el Parque Nacional de Etosha
El Parque Nacional de Etosha aparece como uno de los lugares más apropiados del planeta para disfrutar de los animales salvajes, y para muchos viajeros constituye el único destino de Namibia. La parte occidental se caracteriza por una sabana cubierta de maleza, dando paso -en dirección Este- a un bosque mixto. El alma de Etosha lo forma el Etosha Pan, una inmensa depresión de fondo salado que, únicamente en ocasiones, contiene agua. En los meses invernales, los perennes manantiales atraen grandes concentraciones de aves, elefantes, jirafas, leones, cebras y algunos guepardos y leopardos. Entre otros animales, también aparecen especies protegidas como el impala de cara negra y el rinoceronte negro. Después de períodos excepcionalmente lluviosos, el Etosha Pan eleva su nivel de agua hasta un metro y es visitado por enormes cantidades de flamencos y pelícanos que buscan alimentar a sus crías y reproducirse. La mejor época para ver estos animales en torno a los abrevaderos abarca desde mayo a septiembre.